Scarlet, con su melena escarlata ondeando a
cámara lenta con el viento, observaba su próxima presa tras el cristal de un
bar. El hombre, de unos 30 años más o menos, llevaba ya 6 cañas de cerveza. Su anillo
indicaba que estaba casado, y la forma en que lo acariciaba, que el lazo con su
mujer se estaba rompiendo. Unas enormes ojeras enmarcaban sus ojos, apagados. En
definitiva, una presa fácil.
Con la sigilosidad y la elegancia de un
felino, se encaminó. Al entrar, varias miradas lujuriosas se posaron
rápidamente en ella, ignorándolas, se sentó en la barra junto a su presa. Le miró
de cerca hasta que este se percató de su presencia y se giró. Cuando la vio, su
belleza colapsó completamente su conciencia. A lo que Scarlet comenzó a hablar
con una voz fuera de este mundo.
-
¿Un hombro en el que llorar o unas piernas que acariciar? – y elegantemente
levantó una pierna para apoyarla en la otra insinuadamente. La sonrisa de su
escote atraía miradas hambrientas.
-
Yo… no sé… - el hombre estaba anonadado con la belleza de sueño
erótico que tenía delante, no sabía dónde dirigir su mirada… sus piernas, sus
manos, el lunar que decoraba su pecho izquierdo, sus labios, sus pecas, sus
ojos grises y atrayentes. Era… era… ELLA.
-
Podríamos empezar con una copa de ron y seguir con una desenfrenada
noche para olvidar penas.
-
Eh… - el pobre bobo no era capaz de dar una respuesta que mostrase sus
deseos más feroces.
-
Shhh!... – Scarlet le acalló con un dedo sobre sus labios – Vámonos de
aquí, no es necesario que me des más pistas.
Tras esto Scarlet se levantó y le guiñó un
ojo para que la siguiese hacia la puerta. Cuando se dio la vuelta un hombre
robusto y grasiento apareció ante ellos.
-
¡Hola nena! ¿te hace una copa? – dijo con una voz ronca y un aliento
que apestaba a alcohol mientras miraba sus perfectos pechos.
-
No – e hizo ademán de seguir adelante – no tengo ningún interés en
gastar mi tiempo contigo.
El hombre dio un paso atrás, todavía
insistente, impidiéndoles el paso y mirando con cara de asco al hombre que
Scarlet había cautivado.
-
¡¿Qué?¡ ¿Estás con este gilipollas? Porque… - Scarlet le cortó con un
rápido golpe en la mandíbula y otro en la nuca que le dejaron seco en el suelo.
Y tras esto, Scarlet pasó por encima del
borracho saliendo así con su hombre del bar mientras los demás miraban con
asombro.
-
¿Cómo? ¿Cómo lo has hecho? – exclamó el hombre totalmente
desorientado.
-
No hagas ningún comentario. Ningún animal de bellota va a arruinar
esta noche. Es nuestra – le miró profundamente a los ojos – Ahora dime, ¿en qué
lugar tan interesante me vas a seducir?
Tras unos instantes de vacilación, decidió llevarla a su casa. Mientras andaban, él intentaba sacar conversación.
-
Soy Josh, ¿cuál es tu nombre? – preguntaba sin éxito.
-
Mejor será que no lo sepas – decía ella tajantemente y sonriendo por
dentro.
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Sonrisas de Caramelo :D