La luz era
cegadora cuando abrí los ojos. Las sábanas blancas estaban tan frías que
parecía como si nadie hubiese estado durmiendo allí. Me levanté sin ánimo alguno
y me di cuenta de no había ningún rincón en aquel sitio que albergase algún
otro color que no fuese aquel blanco, tan vacío. Ni si quiera olía a nada. Daba
la sensación de que estaba en una habitación muy iluminada y completamente
vacía, en medio de la nada.
Ya tenía
todo recogido y metido en la maleta para irme de aquel lugar que guardaba
tantos recuerdos. No podía permanecer allí más tiempo o me volvería loco del
todo.
Bajé las
escaleras del hotel, y al llegar al vestíbulo que comunicaba con el recibidor,
la señora que limpiaba todas las mañanas se quedó mirándome fijamente mientras
andaba, hasta que se atrevió a decir:
- Pensé
que tal vez así duraría más su estancia – se dio la vuelta y se fue moviendo la cabeza.
No entendí
muy bien por qué dijo aquello, hasta que de pronto, Rose, una recepcionista del
hotel, entró en el vestíbulo y anduvo directa hacia mí. Se paró en seco, miró
mi maleta y soltó:
- ¿Pero
es que no le ha quedado ya bastante claro? ¿Qué más necesita? ¡Haga el favor de
entrar en su habitación y reflexione! Tal vez necesite mirar dos veces para ver
lo que siente de verdad –
me empujó literalmente hacia las escaleras que daban arriba y se marchó, no sin
antes mirarme amenazadoramente.
Yo no
entendía nada. Todo era rarísimo. ¿Es que acaso era de su incumbencia si yo me
iba o no de aquel lugar?
Confuso,
como estaba, ya que no quería discutir, ni tenía ganas de pensar si lo que
hacía era correcto… decidí volver a entrar en la habitación, solo para
comprobar que no había visto alguna pista que indicase que todo aquello tenía
algún sentido. Así pues, pasivamente, entré.
Dejé la
maleta en la puerta y de pronto un olor dulce e inconfundible inundó mis fosas
nasales. Definitivamente, era chocolate caliente, pero… ¿por qué olía a
chocolate caliente en mi habitación? Decidí seguir andando, y vi que, sobre la
mesa de madera había un bote de mermelada de frambuesa. Pero, eso no era
posible, no había visto ninguno desde… de pronto un sentimiento de nostalgia me
estrujó por dentro. Apenas podía respirar cuando vi que había una nota sobre el
bote de mermelada. Tenía un beso sellado que
nunca olvidaría y ponía esto:
- Busca
el lazo rojo.
Sabía que
era su letra, su beso, ELLA…
Sin más
dilación comencé a buscar, pero sabía que algo se me escapaba. Si había algún
sitio donde debía buscar (aparte de mi corazón) ese debía ser “el gran
escondite”. Allí donde solíamos beber chocolate caliente y contarnos historias
bajo las mantas de invierno a la luz de un farolillo. Rápidamente eché a correr
hacia el gran armario y vi que en el mango estaba atado el lazo rojo, lo cogí,
y abrí el armario.
Lo que vi
me dejó sin aliento. De pronto todo a mi alrededor había desaparecido y solo
estaba ELLA. Con aquel lazito rojo que le rodeaba la cabeza y vestida con
aquella camisa blanca que le dejaba entrever sus blancas y delicadas piernas.
Antes de que diese un solo paso, ELLA se lanzo hacía mi, sellando sus rojos y
carnosos labios en los míos. Caímos al suelo y durante un tiempo estuvimos
agarrados sin despegarnos, recordándonos el uno al otro cuanto nos queríamos.
Cuando nos
levantamos, nos miramos, volvimos a besarnos como si fuese la última vez, y
entonces empezamos a hablar a la vez. Todo pasó muy rápido, me dijo que no
debió irse, yo le confesé que fui un estúpido al no ir tras ELLA, y al fin
dijo:
- Siento
no haber estado contigo estos días, pero… como recompensa para empezar bien
este año, te daré algo que espero que sea con lo que has estado soñando… así
pues… este es mi regalo – se inclinó hacia mí y cogió un extremo de su lazó
mostrando algo que había grabado en él: “soy tuya”.
Sin más
dilación, tiré del lazo y cuando se deshizo la cogí en brazos y la besé con más
pasión que nunca, recordando que jamás dejaría que ELLA volviese a escapar
furtivamente de mi vida. Pues no era solo un regalo, era ELLA, esa parte de mi que hacía que todo tuviese un sentido, o al menos un sentido para nosotros.
No he escrito mucho estos días, porque... en resumidas cuentas... he estado muy baja de ánimos, pero bueno... ahora intento dejar todo eso atrás, y mirar hacia delante. Muchos besos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Sonrisas de Caramelo :D