Marion era una bomba a punto de explotar. Estar con
ella era como tirarse por un precipicio creyendo fervientemente en la posibilidad
de sobrevivir. Era de locos, y por supuesto, yo lo estaba. Si se empeñaba en
conseguir algo nada era capaz de pararla, fuera cual fuera el precio. Ejercía en
los demás tal fascinación que nadie se atrevía a llevarle la contraria, pues
sabían que no saldrían bien parados. Su mirada era tan profunda y electrizante
que podría pasar una estrella fugaz o caer un meteorito y jamás te darías
cuenta mientras mirases aquellos ojos zafiro. Podías cogerle de las manos y
sentir que flotabas en el espacio sin ninguna ley que limitase tus propias expectativas.
Todo era posible cuando estabas con Marion, pero corrías el riesgo de no seguir
existiendo en la realidad del mundo que
conoces o conocías. Todo el que caía en las redes de Marion quería ser la
estrella del cielo que ella buscase todas las noches con su dedo. Cuando te
encontrabas ante las puertas de la vida de Marion podías ver perfectamente un
cartel medio caído y oxidado que advertía en rojo: PELIGRO. Pero a todos los
locos que llegábamos ahí se nos caían de golpe la lógica y la razón, sin dudar
así en entrar sin reparos para caer por el gran precipicio.
Para Marion todo era un juego. Por eso jamás sabría
decir si esto no habría sido más que una pieza en aquel puzle tan poco serio o
era el comienzo de algo más real.
Nos encontrábamos flotando boca arriba en el lago,
simulando el muerto y agarrados de la mano. Observábamos las estrellas en una
cálida noche de verano. Inesperadamente, como todo lo que ocurría con Marion,
dijo:
-
¿Quieres que probemos algo?
-
Sí, claro que si – contesté espontáneamente. A veces me preguntaba si
era yo el que respondía en esas ocasiones.
-
Probemos eso del AMOR.
-
¿Probarlo? – no entendía muy bien que pretendía, como siempre.
-
Sí, probémoslo. Tú quieres estar conmigo y yo contigo. Hagamos como
esas personas que viven juntas y se dicen te quiero todos los días.
-
Pero no es tan sencillo – no sabía cómo había podido dudar de algo que
había dicho Marion.
-
¿Y por qué no?
-
Debes saber que el AMOR es un caos lleno de problemas – no podía
creerlo. En cualquier otro momento habría dicho que sí sin dudarlo.
-
Lo sé – dijo tranquila.
-
¿Lo sabes? – me extrañó.
-
Sí, lo sé – aseguró.
-
¿Y te arriesgas? – era evidente la respuesta, pero aún así lo
pregunté.
-
¡Vayamos a navegar juntos y a desafiar al peligro que conlleva! – se giró
y me deleitó con una hermosa sonrisa y un brillo de ilusión titilando en su
mirada.
Sin dudarlo un instante le robé un intenso beso que
no me negó, y cuando me correspondió lo saboree como si fuera el último.
Me ha gustado Marion y sus deseos de jugar algo tan peligroso como el amor.
ResponderEliminarBesos de neón, tienes nueva lectora ;)
Si la prueba sale bien, debe de ser porque el amor es una trampa que solo ganan los desconocidos :)
ResponderEliminar