Ya no tenía ningún
sentido correr. Nada importaba. Todo flotaba en el aire que llenaba la
inmensidad del mundo. No existía la prisa, ni el miedo. Solo existían la rabia,
la ira, la tristeza, y la soledad. En esa vida llena de mentiras, engaños y
secretos, lo único que sostenía el equilibrio era ese atisbo, esa luz, esa
chispa, esa duda, esa… esperanza.
Luchabas por
seguir adelante, aunque siempre pensaras que todo acabaría, que ya no podrías
más. Pero nunca te rendías, siempre luchabas, y aunque no lo consiguieras,
siempre seguías intentándolo.
Te hacías
diariamente la misma pregunta. Querías entender porque seguías aguantando a una
persona que te trata como a una mierda, porque seguías pensando en alguien a
quien no le importas nada. Pero en el fondo, entre todos esos pensamientos y
preguntas, tenías la respuesta. Y lo sabías. Sabías que la respuesta era
sencilla, pero complicada.
Le quieres,
siempre le has querido. Por el mero hecho de que sabes que aunque solo muestre,
o casi siempre, esa parte suya tan cruel y desagradable, dentro guarda con un
candado de acero esa parte suya que es tan dulce y serena. Y aunque no la
muestre. Solo en ocasiones muy señaladas, y un mero atisbo, siempre le has
concedido el beneficio de la duda. No puedes evitarlo. Aunque muchas veces
pienses y escribas que esa persona ya no tiene esa oportunidad, sabes que
siempre la tendrá, gracias a ti. Y tienes la esperanza de que no tengas que
ofrecerle más ese beneficio, porque lo que más deseas es ver que esa parte suya
tan especial salga a la luz y te haga sentir feliz, y puedas sonreír de verdad.
Una entrada increible de una chia increible.
ResponderEliminarResiste, pero esplota de una vez.
Qué entrada más indescriptible, dolor...
ResponderEliminar¡Un beso!