28.3.11

Dudas, ¿o algo más?

Tiene las manos heladas. Siente el ardor que corre por las venas hinchadas de sus manos. El suelo de piedras bajo sus pies le produce cosquillas. El vaho que sale de su boca dibuja una nube grisácea en el aire congelado, tardando en desvanecerse. Al llegar al parque solitario, una ráfaga de viento le roza la cara suavemente, gélido, aludiendo su debilidad. Un columpio comienza a balancearse suavemente. El contacto que siente con las cadenas oxidadas de aquel columpio, frío, tarda en quedarse templado bajo el calor de sus manos, y el esmalte rojo de sus uñas resalta en la oscuridad de la noche, haciendo juego con sus carnosos labios rojos. El viento mueve su cabello lentamente. Sus labios, fríos, le tiemblan al tiempo que castañea, tiritando de frío. La fina blusa que lleva deja entrever su piel, con el vello erizado por los escalofríos que no puede evitar sentir. Con aquella chaqueta de cuero sobre los hombros, no parece que tenga frío, es más, está más ardiente que nunca. Una lágrima cae por su mejilla, mientras piensa en los nudos congelados de su mente y su memoria. A paso lento llega hasta los columpios y se deja caer en el que está quieto. Con un impulso fuerte, comienza a columpiarse más rápido. El columpio de al lado se mueve más, y más, en dirección a la Luna. Y es en ese momento, es cuando se da cuenta de lo grande que es esa noche. La mira fijamente, y mientras recuerda aquella melodía lejana, pero a la vez tan cercana, comienza a columpiarse, dejando que todas esas lágrimas escondidas salgan, sin parar. Mirando la Luna, piensa en todas esas historias fugaces, que una vez le contaron, y que nunca le importaron tanto. Y sin querer aceptarlo, tiene los ojos húmedos, sin saber por qué.

Los dos columpios se balancean al contrario, y los dos, en la misma dirección. Hacia esa Luna llena, tan grande, tan brillante, tan deslumbrante. De pronto, de la nada, aparece un cuerpo entre los dos columpios, iluminado, y a la vez apagado, lúgubre. Emanando una tristeza que solo dos personas juntas pueden llegar a sentir. No tiene lágrimas, pero tiene historia, una historia larga de contar. Los nudos, en su interior, congelados, no dejan escapar esa duda que todavía resuelta no está. Esa duda, esa duda… o algo más.
El cuerpo, desaparece, sin dejar rastro. Y luego, sin más, los dos columpios se paran, dejando al parque sumido, en un silencio, y nada más.

2 comentarios:

Sonrisas de Caramelo :D