31.7.10

Aquella calle tranquila...


En un país que se encontraba a muchas millas de aquí, había una gran ciudad y en ella una calle pequeña con pocas casas, sin salida, que parecía una pequeña comunidad.

Era una calle tranquila. Todos sus moradores se conocían y todo transcurría en armonía, hasta que llegaron nuevos habitantes a una casa que acababa de quedarse vacía.

Comenzaron los comentarios:

-   Es una familia extraña.

-   La dueña es rara.

-   Se pinta demasiado.

-   Parece que está todo el día durmiendo.

-   Sus hijos pasan demasiado tiempo en la calle.

-   La visitan varios hombres.

-   También la visitan parejas, a veces acompañadas por una mujer   joven.

-   Parece que consume drogas.

-   Se da el lujo de tener un ama de llaves.

-   No tiene marido.

-   Sí, debe ser una de esas...

La maledicencia llegó a su punto máximo y luego comenzó a disminuir, como es común entre los hombres.

La extraña familia fue relegada al ostracismo y los vecinos prohibieron a sus hijos que jugaran con aquellos niños.

La calle recuperó su quietud. Un día vieron que venía una ambulancia llevarse a la señora. A la semana siguiente se enteraron de que había muerto en un hospital.

Vinieron algunas parejas, se llevaron a los niños, y el ama de llaves se quedó algún tiempo más, cerrando la casa. Gracias a ella se enteraron de todo. Aquella señora, viuda de un miliar muerto en combate, sufría una enfermedad incurable en fase terminal. Decidió abandonar el hospital para pasar sus últimos días con sus hijos y una gran amiga que vino para ayudarla. Tomaba analgésicos fuertes para aliviar los dolores. Se maquillaba mucho para disimular su palidez. Los hijos jugaban en la calle para no presenciar su sufrimiento todo el tiemplo.

Los hombres eran su médico, el abogado y el psicólogo. Las parejas eran personas que tenían la intención de adoptar a sus hijos. La mujer joven era la asistente social.

Era una calle tranquila, habitada por buenas personas, generosas y gentiles.


Me encanta esta historia. La sace de un libro de cuentos árabes. Son geniales.

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Sonrisas de Caramelo :D